Y a la vez, construir un cerebro saludable en tu hijo.

Mucho se dice sobre las temibles pataletas de nuestros pequeños niños y niñas. Lo cierto es que, desde las neurociencias, el enfoque que ha mostrado traer mayores beneficios para ellos y por ende sus familias y la sociedad es el “manejo respetuoso”. 

Y tiene sentido, porque no me imagino que a través de malos tratos logremos algo positivo cuando estamos esculpiendo cerebritos sensibles, complejos y en pleno auge de su desarrollo. 

Aquí les quiero presentar (muy simplificado) el método propuesto por Daniel Siegel, un experto mundial en temas de neurociencias y crianza, que expone en su texto Disciplina sin lágrimas.

ADVERTENCIA: SÉ MUY BIEN QUE ÉSTE NO ES UN ARTÍCULO BREVE, PERO QUISE PONER TODA LA INFORMACIÓN JUNTA PARA QUE PUEDAS CONSULTARLA EN DISTINTOS MOMENTOS, DEPENDIENDO DE LO QUE QUIERAS ABORDAR CON TU HIJO O HIJA.

Bueno, retomando. El Dr Siegel propone que en los casos en que nuestros pequeños se encuentran desbordados por una intensa emoción y que expresan a través de la pataleta, es aconsejable seguir estos dos pasos: CONECTAR y luego REDIRIGIR. 

PRIMERO, hablemos de CONECTAR. 

Nos referimos a que cuando nuestro niño se encuentra desbordado por su emoción, lo primero es conectar con esto, con su dolor, porque cuando están sufriendo una rabieta, su cerebro está secuestrado por esta emoción intensa y están experimentando un sufrimiento real e incontrolable, que merece ser atendido por nosotros, igual como cuando el dolor es físico. Con esto, lo ayudamos a sentirse visto y sentido.

¿Cómo hacerlo? Aquí te explico cómo, en solo cuatro pasos:

Nadie dijo que sería fácil…  Pero revisemos algunos argumentos. ¿Por qué conectar primero? Porque tiene muchas ventajas:

Y así estamos construyendo físicamente nuevas conexiones neuronales que le ayudarán a que en el futuro pueda autoregularse con mayor facilidad, ser más empático, reflexivo, entre otras cualidades que queremos desarrollar en nuestros niños.

¿Y cuáles son los pasos previos que yo, como madre/padre, puedo hacer para llegar a CONECTAR?

LUEGO que hayamos conectado con su pesar, podemos pasar a REDIRIGIR su cerebro inferior a su cerebro superior, es decir, redirigirlo desde su lado más emocional, intenso e instintivo, a su lado más racional, reflexivo, calmado y empático:

Desde el enfoque de disciplina sin lágrimas, entendemos que disciplinar es enseñar, no castigar, y para ello, necesitamos formular las 3 preguntas:

  1. ¿Por qué mi hijo se comporta así? ¿Qué le está pasando internamente/emocionalmente?
  2. ¿Qué lección quiero impartir?
  3. ¿Cuál es la mejor forma de impartirla?

Todo esto es un diálogo interno que podemos tener con nosotros mismos y que puede tomarnos algunos segundos o incluso minutos, pero una vez que se toma el ritmo, lo podemos ir haciendo más rápido.

Y además necesitamos dos condiciones:

  1. Esperar a que tu hijo esté listo para impartir la lección, y a estarlo también tú… si ambos o alguno sigue muy alterado, entonces no es el momento, déjalo para un rato más.
  1. Sé coherente, pero no rígido: Es cierto que no debemos cambiarle las reglas del juego a cada rato a nuestros hijos, porque necesitan que seamos consistentes y predecibles, pero también debemos tener cierta flexibilidad para responder a los diferentes desafíos de la crianza, sin fanatizarnos pues corremos el riesgo de volvernos rígidos. Por supuesto que hay situaciones que no serán jamás transables, como por ejemplo su seguridad (Ej.: no puede no irse en su silla del auto, aunque le moleste).

Ahora que ya revisamos todo lo concerniente al primer paso para abordar las pataletas, el CONECTAR con tu hijo, pasaremos al segundo paso que es REDIRIGIR. La idea es redirigirlo desde su cerebro inferior, “en llamas” debido a la rabieta, hasta su cerebro superior, el que puede calmarlo y hacerlo actuar de forma menos intensa. Éstas son las estrategias de redirección Sin Lágrimas

Con los niños pequeños esto es más importante aún. Solo los hacen pensar que sus padres son malos y no los comprenden. Si “ahorramos voz”, y abordamos lo que realmente nos interesa, y luego dejamos de hablar, las palabras adquirirán más peso. 

Si tienes ganas de decirle muchas cosas sobre un determinado tema, trata de hacerlo en otro momento, cuando ambos estén calmados, y procura escuchar también lo que te tenga que decir. 

Las bromas son un excelente método para reventar la burbuja de emociones intensas del niño y ayudarle a recuperar control sobre sí mismo. Con los más pequeños: puedes hablar con voz ridícula, caerte o hacer alguna payasada. 

Con los más grandes: sé más sutil y prepárate para que te pongan los ojos blancos. Sabemos que al cerebro le encanta la NOVEDAD, entonces si bromeas (respetuosamente), atraerás su atención y transmitirás ausencia de amenaza.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *