Cada una de estas herramientas ayuda a contribuir positivamente a la salud mental de tu hijo o hija, sin importar si experimentan ansiedad o no.
Sin embargo, es frente a la ansiedad que han mostrado tener una gran utilidad. Y lo mejor es que sirven también para nosotros los adultos, así que a practicar se ha dicho 😀
Chequearse, una herramienta de inteligencia emocional
Para manejar la ansiedad, primero necesitamos RECONOCERLA. Los niños con inteligencia emocional pueden reconocer una variedad de emociones tanto placenteras como displacenteras, intensas o leves.
El siguiente paso es ETIQUETAR estos sentimientos; mientras más preciso sea, ¡mejor! Luego debemos animarlos a hacer la relación entre la situación que puede haber gatillado estos sentimientos en un primer momento.
Para ello, enséñales que las emociones nos transmiten información acerca de lo que queremos o no, y que las emociones no son ni negativas ni positivas.
¿Y cómo me chequeo? Respira profundo, cierra los ojos y centra tu atención en ti mismo, luego de unos segundos abre los ojos y nota los sentimientos que identificaste. Lo mismo se lo puedes enseñar a tu hijo.
Respirar Profundo
Funciona para PREVENIR y para MANEJAR la ansiedad. Implica respirar profundo por la nariz, mantener el aire en el diafragma y exhalar lentamente por la boca.
Ayuda a liberar el estrés, calma la ansiedad, incrementa la energía, y nos trae hacia el presente.
Mindfulness
Nuestra mente tiene una tendencia natural a irse de un lado a otro, pero si practicamos el estar en el aquí y el ahora, podemos darle un relajo, calmarla y enfocarnos en lo que tenemos en frente, no tanto en el pasado y el futuro.
Formas de practicarlo: utilizar lo menos posible los aparatos tecnológicos cuando estén en familia, hacer una cosa a la vez (cuando se pueda), meditar juntos, animar a que seamos amables con nosotros mismos, etc.
Ejercicio
Existe evidencia contundente respecto a que el ejercicio está relacionado positivamente con la salud mental. Hoy en día los niños se mueven menos que nunca y presentan mayores índices de obesidad, diabetes, ansiedad y depresión que sus predecesores.
El ejercicio ayuda porque aumenta la liberación de endorfinas, genera conciencia plena durante el movimiento, alivia la tensión muscular, regula el sueño y alivia naturalmente la ansiedad.
No es necesario hacer un deporte agotador: con solo patear una pelota o salir a pasear al perro, ya estamos ayudando a mejorar el ánimo.
Defusión
Notar nuestros pensamientos es la habilidad para observarlos, pensar en ellos, pero no de forma analítica. Muchas veces no separamos nuestros pensamientos de los hechos, creyendo que son verdades absolutas que nos definen y nos hacen sufrir, por ejemplo: “soy aburrida y se van a reír de mí”.
Teniendo presente que nuestros pensamientos NO SON HECHOS, nos puede ser más fácil tomar cierta distancia de ellos y así hacer que se desvanezcan y se conviertan en ruido de fondo.
Ejemplo: “Estoy teniendo ese pensamiento de que soy aburrida”. Esta distancia que se logra al observar el pensamiento, sin juzgarlo, y dejándolo ir, reduce la posibilidad de que éste se vuelva poderoso en la historia de mi vida.
Esta información fue obtenida del libro Anxious Kids: How children can turn their anxiety into resilience, de Michael Grose y Dr. Jodi Richardson (2019), traducido y adaptado por mí.
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