Daniela, 35 años.

Antes de consultar estaba muy triste, desolada, me sentía muy sola. Vi algo de la Paz en Instagram y me atreví a pedir la hora.

Me hizo bien conversar las cosas, los videos y ejercicios prácticos me ayudaron a darme cuenta de ciertas cosas. Me daba un poco de miedo que la psicoterapia fuera algo hippie pero cuando vimos lo práctico me sirvió bastante.

Los cambios que tuve con la terapia fueron que logré tener más seguridad en mí, y aceptar más mi vulnerabilidad. También valoré más el conversar, porque a veces uno se encierra y al hablarlo ve que se puede solucionar.

Consejo a alguien que estuviera como yo: que vaya a terapia. Le compartiría mi experiencia y le diría que es bueno conversarlo.

Recomiendo a Paz porque es empática, te escucha pero también te da sus ideas de una manera respetuosa y trata de que te des cuenta de ciertas cosas que uno no es capaz de ver a simple vista.

Mónica, 35 años.

Antes de ver a la Paz estaba súper mal, muy frustrada, no avanzaba bien en la pega, me sentía mala mamá, lloraba mucho, no podía parar, y no entendía qué pasaba.

Me estaba llevando muy mal con mis niños, y yo no sabía bien qué hacer con ellos.

Durante la psicoterapia me di cuenta que no eran ellos el problema si no que yo tenía un estrés tan alto que por eso no estaba bien dispuesta a estar con ellos, a conectar y realmente entenderlos.

En las sesiones sentí que era una conversación muy cercana, me ayudó a mirar las cosas de otra perspectiva y el hecho de saber que a alguien más le pasa fue muy tranquilizador.

Ahora estoy más tranquila, más preocupada por mí, también pendiente de los niños, pero mi estado de ánimo en general es mucho mejor porque ya no siento que estoy haciendo algo mal o que no sirvo para ser mamá.

Me ayudó mucho el hablar las cosas, los problemas con mi mamá, con mi marido y los niños. Verbalizarlo ayuda harto.

Alguien en mi situación yo creo que debiera buscar apoyo, si no es profesional que sea familiar o de amistades, porque conversar es muy bueno y ahí uno va encontrando las respuestas.

Recomiendo a la Paz porque con ella te vas a sentir cómoda, es empática, no te va a juzgar, no te dice: “oye, eso no se puede hacer”, y esa apertura te permite ir encontrando tus respuestas.

Domingo, 17 años.

Antes de consultar estaba mal anímicamente, me sentía deprimido, con poca energía, estaba triste por algunas situaciones que no me dejaban hacer mi día a día tranquilo, como normalmente lo hacía. Tenía algo atrás mío, una nube negra que me perseguía.

En la terapia he podido expresar plenamente todo lo que me ha sucedido y lo que me afecta, y he podido aplicar todo lo que me dice la Paz.

Con eso he tenido una mejoría en mi estado de ánimo, ya no me preocupa tanto lo que antes me preocupaba. Pude achicar la nube negra y estoy más contento y menos aproblemado, lo que también ha notado mi familia.

Los cambios que he tenido son varios: hablo un poco más con mi familia, me he apoyado más en mis amigos —porque entendí que ellos son parte de la solución—, mi ánimo está mucho mejor y ya no me afectan mucho los problemas, porque se han ido solucionando y por otro lado los medicamentos también han ayudado.

Ahora hago las cosas cuando quiero y no me dejo tanto llevar tanto por mis impulsos. Antes tenía reacciones donde golpeaba algunas cosas por rabia (pared, escritorio, o a mí mismo), y eso ya no me pasa, tampoco me como tanto las uñas.

De la terapia me sirvió mucho practicar meditación, y lo de cambiar el pensamiento de cómo estructurar mi día a día, dándole más espacio a las cosas que me gusta hacer y no solo a mis deberes.

También aprendí a no ser tan autocrítico conmigo y dejar algunas cosas al azar.

Entendí que no puedo tener un control absoluto de todo lo que pasa en mi vida. Todo eso me ha ayudado a mejorar.

Como consejo a alguien en mi situación, le diría que pida ayuda porque mucha gente tiene miedo de ir al psicólogo, porque piensa que es para los locos, pero le diría que es necesario, que parte de su bienestar es estar bien psicológicamente.

Recomendaría trabajar con Paz porque a mí me ayudó mucho y se puede ver que yo soy el ejemplo de que con esta terapia pude cambiar y mejorar bastante mi estado de ánimo.

Ella siempre ha estado abierta a escuchar todos mis problemas y me ha transmitido confianza, por eso le he contado cosas que a anteriores psicólogos no había podido contarles. Parte importante de mi mejoría ha sido gracias a que pude contar todo aquello que me avergonzaba.

Valentina, 19 años.

Necesitaba ayuda porque me quería morir, recuerdo que empezó desde los 12 años.

Llegué a su consulta porque me cortaba las piernas y los brazos, porque tenía demasiada pena, asco de mí misma, una rabia infinita que no sabía de dónde salía, pero tenía unas tremendas ganas de llorar siempre, una angustia que llegaba todas las noches y no me dejaba dormir, infinitas pesadillas, estaba en el punto en el que prefería no dormir porque era tanta la angustia, me negaba a ir al colegio, cada vez levantarse era peor, era una pelea de todas las mañanas con mi mamá para ir al colegio, y muchas otras señales de autodestrucción.

Lo que me hizo seguir en terapia fue su paciencia conmigo, yo era “antipsicólogos” antes de llegar a ella, y tampoco fue un proceso inmediato, fueron años de terapia en los que descubrimos un suceso en mi infancia que explicaba mucho de mi sentir en la adolescencia. Y en los que pude exteriorizar mis pensamientos, además de orientar a mis padres.

Estoy segura que una parte de mí, hoy es lo que es por haber pasado por la ayuda que Paz me brindó.

Era difícil para mí poder tener otra perspectiva, no había nadie a mi alrededor que pudiera brindarme respuestas en aquel entonces, en que yo era una adolescente cegada por su propio mundo interno, uno rebelde y que tendía solo a llevarme a la destrucción, en parte por un suceso traumático de mi infancia, pero por otra parte por la falta de entendimiento de este suceso y la externalización de mis pensamientos.

Fue vital para mí el haber pasado por terapia, le debo mucha estabilidad mental y felicidad al trabajo que hicimos en ese entonces.

Lo que más me ayudó fue tener sesiones todas las semanas, y sus maneras para conversar, recuerdo pintar mandalas, jugar con plasticina, jugar yenga, identificar mis emociones en cartas con caritas demostrando distintos estados de ánimo, y quizás varias cosas más que con el largo paso de los años se han convertido en detalles que son parte de mí y ahora me sirven mucho para poder comprender al otro.

Además siempre me hizo sentir que lo que decía tenía un por qué, y que le interesaba mi bienestar.

Como consejo a otros que estén como estaba yo, les diría que tengan paciencia. Para cada persona va a ser distinto, puede ser largo o corto, pero es necesario tener que conversar las situaciones, buscar a alguien que te dé una mirada objetiva, que solo te llevará a mejorar y comprenderte, para que lo que te cause incomodidad con tu vivir (ya sea pena, angustia, rabia y miles de sensaciones que dificultan el vivir) cada vez sean menos.

Yo la recomiendo porque han pasado años de mi terapia, y fueron años de terapia junto a ella, en los que me mostró un lado de mí que me hizo crecer, amarme, y aprender a vivir, tener una perspectiva mejor de mí, de las cosas e incluso hasta el día de hoy sé que puedo contar con ella, con los años de terapia la relación se fue afianzando y siempre recordaré la última sesión en la que hicimos una pequeña convivencia entre las dos, con chocolate y ramitas.

Josefa, 25 años.

Antes de ver a Paz, terminé una relación de 9 años con un hijo de 4 años. Lo llevamos a él, para que nos ayudara con esto de la separación. Pero me di cuenta que era yo la que necesitaba ayuda.

Quise empezar la terapia con ella porque es muy simpática, amorosa y sentía que me comprendía en todo lo que le contaba.

Los cambios que vi fueron que pude confiar en mí, quererme y valorarme. También me ayudó en la ansiedad, controlar mis impulsos, no esperar nada de nadie, ¡a AMARME!

Lo que más me ha ayudado ha sido conversar tan sinceramente y al sentir tanta confianza en Paz y que no te va a retar como una amiga lo hace, jajaja. La terapia de respiración también me ayudó mucho, para tener unos 5 minutos solos para mí y sentirme a mí.

Siempre le digo a mis amigas o familiares que uno va al psicólogo no porque está loca (como muchas personas te lo hacen ver). Es una ayuda tremenda, para poder aclarar muchas cosas y darse cuenta de otras, que aunque te lo digan otras personas, no lo haces.

Yo recomiendo a Paz porque es la mejor, me entendió completamente, es tan dulce, es mamá como yo, es como si la conociera de toda la vida y aunque no pudimos terminar nuestra terapia por todo el tema de la pandemia, me hizo mejorar muchas cosas que me afectaban y que creo que si no hubiera ido con ella, estaría muy mal, ahora con esta situación mundial.

Constanza, 18 años.

Antes de llegar a terapia (tenía 13 años) yo era muy mal genio y explosiva para mis cosas, mi rendimiento escolar era pésimo y el relacionarme con las demás personas un caos total, tenía muchos problemas en el colegio con profesores y alumnos por mi actitud y mis padres se vieron en la desesperados y me llevaron a terapia.

Lo primordial para mí era que guardaran bien mis secretos, y quise seguir en terapia porque fue muy profesional y discreta, me sentí comprendida.

Después de llevar un tiempo de terapia con Paz, algo que creía imposible sucedió: mejoré mi rendimiento escolar y cambié mi actitud, canalicé todas esas emociones y las puse en orden, aprendí a convivir con las demás personas y logré tener amistades.

Actualmente lo que más me ha ayudado es el poder regular mis emociones, conservar la calma … mentalizarme.

Como consejo a otros que les pase lo mismo que a mí, podría decirles que cuando uno se siente desanimado y sientes que ya todo se salió de control y ya nada tiene una solución, es bueno pensar bien las cosas que harás o dirás, porque siempre hay una solución, ¡sí hay una salida!

Les diría que no debemos dejar que la frustración nos domine y que necesitamos un empujoncito de vez en cuando para darnos cuenta que tenemos las respuestas más cerca de lo que pensamos.

Yo la recomiendo porque me ayudó a entenderme a quitarme miedos y “fantasmas” de encima, y también porque logré mejorar mi relación con mi papá y me sentí más segura de mí misma.

Gastón, 13 años.

Antes de ir a terapia estaba en una situación mayoritariamente de tristeza, sin un control de mis impulsos y mis reacciones, y mis papás creyeron que lo mejor era ir donde un psicólogo, y ahí fuimos donde la Paz. Algo que me hizo querer quedarme en terapia es que la Paz es una persona que sabe escuchar de verdad. Hasta ese instante yo creía que a nadie le podía interesar algo que yo cuente. Mis más cercanos me han dicho sobre lo bien que estoy: he mejorado mis relaciones familiares, mis amistades, he pasado de estar muy mal conmigo a estar bastante seguro y confiado de lo que puedo hacer y lograr, también he mejorado varios ámbitos que molestaban a los demás. De lo que hemos hecho en terapia, me ha gustado todo. Por mi forma de ser me da un poco de flojera ir a la psicóloga, pero cuando llego, me siento en el sillón y disfruto, es una instancia en donde siento que puedo expresarme libremente, las actividades y juegos del inicio, cuando eres más pequeño y recién comienzas y también las reflexiones del final, de cuando ya aprendiste, mejoraste y vas a evolucionar. ¿Qué consejo le daría a alguien con mi problema? Apóyate lo que más puedas en la/el psicólog@, porque ella/él por diferentes razones te podrá entender y aconsejar, llevándote por el camino correcto.

Catalina, 18 años.

La primera vez que consulté con Paz venía saliendo de que me internaran en el hospital por un intento de suicidio y nos costó mucho establecer una relación porque yo tenía un prejuicio muy fuerte en contra de los psicólogos, por la psicóloga que me había atendido antes y que fue extremadamente negligente con el tratamiento.

La segunda vez fue hace poco porque, luego de 4 años decidí contar que una de las razones por los intentos de suicidio fue un abuso sufrido por alguien que, en su momento, fue cercano.

Paz es una persona súper cálida y respeta los tiempos de cada persona. Tiene una paciencia mundial y es súper amorosa, así que eventualmente uno tiende a abrirse y contarlo todo.

Antes de terminar el primer tratamiento con ella, yo prácticamente no hablaba con nadie de mi familia y evitaba decirles cómo me sentía a mis amigas, y tampoco tenía ganas de vivir. Ahora puedo hablar de cualquier cosa (casi) con mi familia y no me guardo las cosas: si algo me molesta lo digo. Y lo más importante es que tengo ganas de vivir y encontré mi vocación.
Para el segundo proceso estamos trabajando por superar el abuso, y vamos bastante bien creo yo 🙂

Creo que la terapia en sí ha sido lo que más me ha ayudado puesto que mi problema era no hablar de lo que me pasaba, por lo que me ayudó a romper mis barreras y parar de fingir que todo estaba bien.

Si alguien está pasando por una situación como la mía, le diría: Habla, la Paz es una súper buena psicóloga y te va a escuchar. Está bien sentirse mal porque es parte de ser humano, no te escondas en la autolesión para no hablar. ¡Y mucho amor para tí, eres súper fuerte!

Celeste, 13 años.

Antes de ir donde la Paz estaba deprimida, sola y no veía solución. Al principio no quería ir, pero sentí que colapsé y quise pedir ayuda, y mi mamá me llevó. Primero me costó un poco confiar, pero rápidamente me acostumbré y sentí más confianza.

Con las sesiones me abrí a comunicarme más en el colegio y comencé a tener más amig@s, eso me hizo sentir mejor. Me gustaban las actividades y conversaciones.

Mi consejo para alguien que esté viviendo lo que yo: Que a veces es necesario pedir ayuda y que sirve ir a terapia porque no es para gente loca.

Isidora, 16 años.

Durante mucho tiempo me mantuve triste y con sentimientos completamente negativos que afectaban mis acciones y forma de pensar, llegando un punto en el que lo normalicé. Decidí pedir ayuda cuando le comenté a algunas personas cómo me sentía y, por lo que me decían, noté que la situación se me empezaba a ir de las manos.

Después de mucho tiempo evitando mis problemas, fue agradable notar que lo que sentía era válido y que podía expresar las cosas sin miedo en las sesiones.

Si bien aún no lo he logrado del todo, gracias a la terapia comencé a intentar comprenderme, perdonarme y reflexionar. Además, estoy en proceso de aceptar que quizá para los demás no soy tan mala como me veo yo, por lo que la confianza que le tengo a mis cercanos también ha incrementado un poco.

El que empezara a escribir sobre mi día y cómo me sentí con diferentes cosas me ayudó de a poco a ser más consciente de mis sentimientos (y a no ignorarlos como antes jaja).

Quizá no hay una gran diferencia entre las sesiones presenciales y online, aunque las primeras pueden ser más cómodas que las online, ya que la primera avanza más rápido y fluidamente jaja ahí no se corta lo que uno dice.

Mi consejo para otros pasándolo mal: Pedir ayuda no te hace débil.

Mariana, 12 años.

Mi mamá dice que me vio triste y angustiada y que sentía que no podía ayudarme ella sola, así que decidimos pedir ayuda. Siento que la Paz me comprende y me ha ayudado mucho este tiempo. La ansiedad que tenía al principio de la terapia ha disminuido. Lo que más me ha servido ha sido hablar y decir lo que siento, sin ser criticada. Entre las sesiones presenciales y online, siento que es similar, ya que, de igual forma me siento escuchada.

Benjamín, 17 años.

Fui a la consulta de la Paz una vez en persona y las demás sesiones han sido online. Tampoco estaba tan mal al comenzar, pero simplemente había cosas que no sabía cómo resolver. Hemos estado algunos meses en terapia y lo que me gusta es que se me hace fácil llegar y contar todo lo que antes no llegaba y contaba. Me ha gustado poder hablar… simplemente me gusta y me alivia hablar. Ahora, después de nuestras sesiones, he notado que ya no ando peleando tanto en mi casa, más que nada porque me ha servido para transmitir información que antes no me atrevía a decir. Si tuviera que darle un consejo a alguien que esté en una situación parecida a la mía, le diría que simplemente estén dispuestos a hablar y que no se dejen llevar por la vergüenza que les dé algún tema en específico.

Anónimo, 26 años.

Antes de consultar me sentía muy mal conmigo por situaciones donde no sabía controlar mis impulsos, y esto me llevaba a hacer cosas que luego me generaban un arrepentimiento y malestar grande. Me sentí cómodo con el trato y la forma en la que llevamos las conversaciones. Gracias al apoyo de Paz me he aprendido a conocer y aceptar mis defectos para afrontar la vida con más calma y actuar en concordancia con la persona que quiero ser. Si alguien estuviera en mi situación le diría que tomara las cosas con calma y descubriera primero qué pasa dentro de su cabeza.

Vicente, 18 años.

Venir acá siempre es liberador, se abre el espacio para hablar sin atadura alguna y sin temor a ser juzgado. Me siento comprendido y al final, más que consejos, hay una guía para aprender y tomar decisiones por tu propia cuenta. Es un espacio de relajación y tranquilidad, donde exploro mis emociones y cómo me encuentro en aquel momento.

Claudia, 27 años.

Antes de llegar donde Paz, me encontraba en una situación en la que me sentía muy agobiada y presionada, con mucha angustia y necesidad de hablar de mi infancia. Lo que vi en la primera sesión de psicoterapia, fue mucha empatía. Sentí que Paz me comprendía y me hacía ver las cosas positivas de comenzar el proceso y de las situaciones que expresaba. Sentí mucha calma en toda mi angustia, y confianza, que es lo principal para comenzar un proceso terapéutico. He logrado en este proceso de psicoterapia no sentirme tan cargada de emociones y frustraciones, por tanto no tengo que cargar con eso a mis amigas y familiares, lo que me ha permitido relacionarme mejor con ellos, contando mis problemas y buscando su entendimiento. La psicoterapia ha sido un apoyo en el cual he podido descansar de una mochila en mi espalda muy pesada. Creo que la comunicación y el poder expresarme libremente y sin temor a ser juzgada es lo que más me ha ayudado en este proceso de terapia. La verdad es que no he notado un gran cambio o diferencia entre las sesiones presenciales y las online. Sin embargo, si logro recordar cómo eran las sesiones presenciales, el espacio y el contexto de salir a una sesión le daba otro enfoque, de autocuidado. Ahora, de manera online es mucho más cómodo para mí y lo siento más cercano, como parte de mi rutina semanal. Mi consejo para una persona que se siente agobiada y angustiada en búsqueda de respuestas, es que lo mejor que puede hacer por él o ella misma, como muestra de amor y valentía, es ir a psicoterapia, ya que en las sesiones te encuentras contigo misma en todos tus planos, desde pequeña hasta ahora en el presente. Puedes sacar en limpio tus errores y corregirlos día a día, sin temor a fracasar porque existe un apoyo, que en este caso es Paz, quien está ahí para decirte que de igual manera lo hiciste bien y que no debes angustiarte por que el camino es largo y muchas veces hay distracciones, al no sentirte juzgada por lo que haces y por lo que sientes te vas liberando, vas sanando y te reconstruyes. Si bien el primer paso es muy difícil porque estás llena de inseguridades y resistencias, lo más importante es ser constante, no solo con el psicólogo o psicóloga, si no que contigo mismo/a, respetando tu propio proceso interior, que se va modificando con cada sesión.

Martín, 27 años.

Mi situación antes de llegar a la terapia era de mucha dispersión, de no saber dónde ir, no saber qué era lo que quería. Tampoco tenía respeto por mi entorno y tomaba las cosas a la ligera, tomaba decisiones de las que después me arrepentía mucho y hacía sentir mal a otros con mis acciones.

Quería cuidar mi relación de pareja a futuro y quería dejar de ver las cosas tan a la ligera.

En primer lugar se me hizo fácil la terapia por la personalidad de Paz, me acomodó poder expresarle las cosas más íntimas.

Segundo, hubo cosas particulares que me llegaron mucho, que las llevo conmigo hasta ahora, como por ejemplo el hecho de aceptar que debía renunciar a algunas cosas para elegir estar bien con mi pareja, o el tener compasión, el aprender a respirar más consciente. Eso lo incorporé mucho y me daba fuerzas para mantenerme actuando como yo quería. Yo no valoraba todo lo que tenía y ella me ayudó a verlo y cuidarlo.

Mi pareja me ha dicho que está contenta por el cambio que he tenido en la forma de enfrentar las cosas.

Aprendí a empalizar mucho más, con mi pareja, con el género femenino, y en consecuencia con mi familia, mis amigos y con el mundo, con los seres humanos.

Eso me ayuda a ya no cruzar los limites con el resto, y a mejorar mis acciones.

Hoy acepto mis impulsos y lo que pasa en mi mente y soy capaz de manifestarlo de la manera adecuada. Eso me ha ayudado a calmarme, a andar menos acelerado.

Lo que más me ayudó de la terapia fueron los ejercicios de respiración, me ayudó para poder canalizar lo que siento y darme cuenta de dónde estoy parado. Y las conversaciones fueron fundamentales, la forma de Paz de transmitirme todo eso fue muy importante para ponerlo en práctica.

Mi consejo para alguien que esté como yo estaba sería que yo lo invitaría a mirar a su alrededor, a hacer una pausa y ver que hay seres humanos, que sepa que lo que hace tiene impacto en el resto. La pausa es fundamental para calmar tus pensamientos y tu energía interna para seguir adelante.

Recomiendo trabajar con la Paz por su transparencia, por su forma de decir las cosas y por su perspectiva. Valoro mucho que ella no me decía lo que yo tenía que pensar o sentir si no que me hacía pensar y llegar a mis propias conclusiones, no me imponía nada pero me ayudaba a abrir mi mente y eso me dejaba muy tranquilo.