Crianza Respetuosa

¿Está bien que deje a mi hija maquillarse?

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Una mirada a los estereotipos de género en la crianza.

En abril de 2021, en la Revista Paula me hicieron las preguntas que te mostraré al desnudo a continuación, de las cuales seleccionaron una parte, y la publicaron en esta nota. A pesar que este artículo generó en Instagram una polémica, en la que no me salvé de comentarios desafortunados de parte de mamás haters, fue un orgullo tremendo ser citada en este medio tan importante en Chile, que desde pequeña admiré.

Acá va. Que lo disfrutes y si me dejas tus comentarios, seré feliz.

¿Está bien que deje a mi hija maquillarse tan pequeña?

Desde el punto de vista psicológico, dejar o no maquillarse a su hija pequeña es una decisión de cada padre, y como en casi todo en la crianza, no existe solo una respuesta correcta para esa interrogante. A mi parecer, en esto no hay blancos y negros, pero sí matices.

Por ejemplo, si tu hija va a participar en un show de su jardín o colegio y quiere maquillarse para representar de mejor forma un personaje, es muy distinto a que día a día se maquille en casa bajo la creencia de que “las mujeres deben maquillarse porque lo necesitan para verse más bonitas”. Esta creencia implica que es un “deber” y posiciona la belleza como un ideal propio de un género determinado.

Creo que se debe evaluar caso a caso y preguntarse qué le estoy transmitiendo al fomentarlo o al posponerlo.

También es importante tener en cuenta que la mayoría de los maquillajes y cosméticos (esmalte de uñas, perfumes, otros) contienen “disruptores endocrinos”, que son compuestos químicos que pueden alterar el equilibrio hormonal del sistema endocrino. Esta alteración está asociada a consecuencias neurológicas y reproductivas, como por ejemplo el desarrollo hormonal prematuro, infertilidad, neurotoxicidad, entre otros. Por ello es que desde la mirada médico pediátrica recomiendan retrasar lo máximo posible el uso de estos productos en la infancia, hasta después de la menarquia.

¿Qué significa para las niñas maquillarse? Algunos expertos señalan que es una forma de conectarse con la madre…

Puede ser que muchas niñitas comiencen precozmente a interesarse por los maquillajes porque ven a sus madres haciéndolo y ellas (al igual que los niños) están biológicamente programadas para imitar conductas, sobre todo después de los dos años. De ahí que resulte importante que nosotros como adultos estemos conscientes de qué es lo que queremos transmitir a nuestros hijos.

Si no me gustaría que mi hija se maquille desde tan pequeña, entonces una buena opción sería que yo como mamá me maquille poco, o explicitarle, por ejemplo, que yo me maquillo porque soy adulta y porque algunos días me gusta verme con la piel o los ojos así, pero que para las niñas no es recomendable porque es dañino para su piel, y que cuando más grande lo podrá hacer si así lo desea.

Hay millones de formas cotidianas en las que una madre puede conectarse con su hija, que no pasan porque ambas hagan todo igual: pueden conversar mirándose a los ojos (y no al celular o la tele), pueden cocinar juntas, jugar, leer libros, bailar… en fin, cualquier acción que involucre sintonía afectiva entre ambas va a ser mucho más poderosa que el maquillarse juntas o vestirse iguales.

Para una niñita el maquillarse puede significar que se siente “grande”, “capaz”, “bonita”, pero todo ello se puede lograr a través de otras situaciones que sean más adecuadas para su etapa del desarrollo. Por ejemplo, una niña pequeña puede sentirse muy capaz cuando aprende a andar en bicicleta sin rueditas, o  sentirse más bonita cuando es elogiada por su sonrisa.

¿Cómo evitar la hipersexualización de nuestros hijos pequeños?

En primer lugar, como padres debemos estar informados al respecto, y conocer qué es la sexualización infantil y cómo poder evitarla. Según el Parlamento Europeo, en su Proyecto de Informe sobre la sexualización de las niñas, se define como “la imposición de una sexualización adulta a los niños y niñas que no se encuentran ni emocional, ni psicológica, ni físicamente preparadas para ella en la fase de desarrollo que se encuentran”.

La hipersexualización de los niños pequeños tiene que ver con el adultocentrismo, en tanto es ejercida por uno o más adultos, que exponen al niño o niña a situaciones que no corresponden para su edad (ejemplo, películas o videos de música con contenido sexual o vínculos románticos). Lo riesgoso es que para muchas personas adultas puede parecer gracioso y hasta inofensivo, pero la verdad es que es una forma de violencia hacia la infancia.

Si no queremos caer en la hipersexualización, es importante ser conscientes de que esto es algo que existe y que es dañino para las niñas y niños en un amplio sentido.

Las neurociencias respaldan que las bases de una buena salud se encuentran en la primera infancia.

Como madres, padres y cuidadores, debemos permitirles ser niños y niñas, que sigan disfrutando lo más posible de los juegos, canciones, bailes, programas de TV, cuentos, actividades y vínculos acordes a su etapa.

Cualquier actividad que los mantenga conectados a su esencia, a su infancia, a sus sentidos, a lo que son, va a ser mejor que algo que los obligue a crecer a la fuerza.

Va a ser fundamental entonces no exponerlos a contenidos “sexualizados” tempranamente, como ciertos videos y letras musicales (por ejemplo, el reggaetón), a preguntar “quién le gusta” o aludir a tener pololo o polola; y a actividades que apunten a realzar la “belleza” o atributos adultizados, sobre todo en las niñas, como por ejemplo, “spa para niñas”,  salones de belleza o zapatos con tacones que dañan su postura.

Los niños y niñas recibirán el contenido al que le expongan sus vínculos significativos, por lo que no aplica entonces el argumento de algunos adultos justificando que al niño o niña “le gustan” las actividades mencionadas.

Es rol de los padres y cuidadores/as ser una “barrera” entre los estímulos del entorno y las niñas y niños en etapa de formación.

Otra forma de evitar caer en la hipersexualización de la infancia es que como madres y padres tengamos claro que nuestros hijos no vinieron a este mundo a vivir la vida que yo no pude vivir, que no necesariamente le tengo que comprar toda la “ropa de grande” que yo no tuve cuando chica, y que mis hijos no son extensiones mías, por lo que no tienen por qué parecerse a mí.

¿Cuáles son las consecuencias -en la adultez- de la hipersexualización de los niños?

Un niño o niña que tempranamente es sexualizado se verá afectado en su desarrollo. Algunos estudios señalan que esto es un tipo de violencia, que puede generar ansiedad, depresión, insatisfacción corporal y el padecimiento de trastornos de la conducta alimentaria como anorexia y bulimia; al igual que se ha relacionado con embarazos adolescentes, el abuso infantil, niños precoces, casos de estupro y exploraciones infantiles, es decir, niños abusando de niños.

Autores señalan que el real problema de la hipersexualización es la objetivización de las niñas y mujeres. Proponen que la hipersexualización no se trata de la sexualidad, si no que de sexismo y acerca de quiénes tienen el poder real en el mundo.

Las niñas “objeto” son arrastradas a aceptar el rol pasivo de un objeto, cuya principal fuente de poder es su apariencia. Esto sin duda puede dificultarles el cultivar otros ámbitos de su identidad.

¿Cómo lograr que ellos respeten sus etapas, es decir, que no vivan una vida de adultos?

Es tarea nuestra el brindarles un ambiente apto para ello. Permitirles que jueguen (solos y con otros niños), que exploren, que toquen todo, que trepen, corran, salten, bailen, pinten, etc. Todas las actividades que antes de la pandemia realizaban en sus jardines infantiles, hoy debiéramos intentar replicarlas en casa, pues son alimento para su desarrollo socioemocional.

Evitando exponerlos a contenidos e información que no corresponde a su etapa evolutiva. No da lo mismo los monitos animados que vean, la música que escuchen, la ropa que se pongan, los juegos que realicen. Respetar las recomendaciones de edad y también confiar en el propio criterio de cada madre, padre y/o cuidador (escuchar nuestra propia intuición).

Estando pendientes de lo que hacen y hablan, si algo te causa curiosidad preguntarle dónde lo vio, acompañarle, estar presente y mantener una buena comunicación en la que respetuosamente le expliquemos por qué eso no es apropiado para su edad y cuándo y en qué contexto sí lo será.

En una sociedad que cuestionada cada vez más el estereotipo de roles sociales, ¿Cómo educarlos sin ellos? ¿Es real la educación neutral en los niños? ¿Podrías darnos ejemplos?

Es complejo educar de manera totalmente neutral, de hecho, detrás de cada cosa que hacemos, hay una creencia que la respalda y que se las estamos transmitiendo consciente o inconscientemente (ej: al darle de comer vegetales, les estamos diciendo que eso es bueno para ellos y que el día de mañana también debieran comerlos ellos por su cuenta).

Los estereotipos de género parecen inofensivos pero en muchos casos pueden ser dañinos, porque por ejemplo se ha visto que las niñas tempranamente comienzan a creer que no tienen habilidades para las matemáticas, en gran medida por lo que se les transmite en el hogar y la escuela.

Y eso va generando un ciclo de toma de decisiones e identificaciones que condicionan las identidades y relaciones entre varones y mujeres en todos los espacios, y que las afectan especialmente a ellas, porque van tomando roles que generan desigualdad económica: con diez años de escolaridad promedio, los hombres ganan 290 mil pesos y las mujeres sólo 190 mil.

A la vez, las carreras técnicas profesionales que usualmente son estudiadas por mujeres —relacionadas al cuidado de los otros— tienen peor reconocimiento social y económico. Según la Fundación Sol, las personas más pobres en Chile son mujeres.

Una educación sexista produce una discriminación de las mujeres que les asigna actitudes, práticas y capacidades que se plantean como naturales a su condición biológica. Esto hace que se pierdan talentos femeninos en determinadas profesiones y ocupaciones, y el que haya más mujeres en espacios mayoritariamente masculinos, permite que las cosas evolucionen en la riqueza de la diversidad.

Una crianza libre de estereotipos de género es posible en la medida en que se va fomentando la elección por parte del niño y la niña. Hay todo un entorno que fomenta el rosado y las princesas en las niñas, y los autos y el azul para los niños, pero es importante que yo como madre o padre le transmita que aunque le guste eso, igual puede ELEGIR ponerse otro color u otro diseño, porque eso no la determina ni limita como persona.

Puedo ofrecerle, adecuadamente a su edad, diversas opciones para que pueda elegir los juguetes, colores, ropa, juegos, monitos animados, etc. que más le gusten y no que sean definidos por los estereotipos de género (dentro de las posibilidades de cada familia, claro está).

Mas que una crianza totalmente neutra, se recomienda una crianza respetuosa del niño o niña en su individualidad, lo que muy probablemente derivará en un niño/niña (y en un adulto) respetuoso también de su entorno.

No limitarlas a ellas si quieren escalar, jugar fútbol o tenis, y no limitarlos a ellos si quieren bailar ballet o aprender a tejer. Que ellos ayuden a barrer, que ellas también lleven bolsas de supermercado.

Distribuir tareas y responsabilidades de manera equilibrada entre niñas y niños, considerando los intereses de cada uno y sin atribuir estos intereses de manera arbitraria a su género.

Tener cuidado con lo que comunicamos a través del lenguaje: no decirles que eso es “de mujeres” y esto es “de hombres”. Fomentar la igualdad, a todo nivel, para construir un futuro en el que la brecha de género sea parte de la historia.

Si quieres leer el artículo publicado en la Revista Paula, revísalo aquí. Ellas lo resumieron bastante bien 🙂

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