La ansiedad dispara la parte del cerebro que activa la respuesta pelea-o-huye (fight or flight), para protegernos del peligro. Es una emoción, y como otras emociones, tiene un comienzo, una mitad y un final.
PERO la ansiedad a veces no termina para algunos…
Esa es la experiencia de unos 117 millones de niños a lo largo del mundo que tienen un trastorno de ansiedad. Así de lejos ha llegado la ansiedad, y así de común es.
Para estos niños, su experiencia de ansiedad no termina cuando la amenaza, el peligro o situaciones estresantes han pasado. La ansiedad que experimentan puede interferir en su vida cotidiana y familiar de muchas maneras, y en su habilidad para disfrutar de una niñez feliz, relajada, despreocupada y divertida… pero no tiene por qué hacerlo.
Los niños ansiosos tienen un cerebro que trabaja muy duro para protegerlos del peligro. Una parte de su cerebro es similar a la centinela entre suricatas que están siempre en la punta de sus pies evaluando atentamente el entorno en busca de amenazas.
Esto significa que los niños ansiosos están mucho tiempo con su respuesta pelea-o-huye activada.
Esto no lo hacen por opción, es agotador, y no es justo para ellos. Tanto si la amenaza es real o imaginaria, el cerebro y cuerpo reaccionan de la misma forma. Un cerebro hipersensible va a PROTEGER, PROTEGER, PROTEGER, aunque la “amenaza” parezca inocua para todos los demás.
Esto ayuda a entender por qué las personas ansiosas experimentan preocupación y miedos excesivos e irreales permanentemente, influyendo sus pensamientos, sentimientos y conductas, y generalmente es cuando están seguros: el peligro es solo imaginado.
En el cerebro, los implicados en la ansiedad son:
1) La AMÍGDALA
Una región del cerebro con forma de almendra que recibe señales de nuestros sentidos –visión y audición principalmente, y que procesa las emociones también, por lo que la ansiedad suele ir acompañada de emociones intensas como tristeza o ira.
2) La RESPUESTA PELEA-O-HUYE
Una respuesta de alarma instintiva para salvarnos la vida frente al peligro, que no debiera estar siempre activada, y es la razón de por qué la ansiedad es tan agotadora. Al estar siempre esperando que pase algo, la mente y cuerpo se sienten cansados.
3) La CORTEZA PREFRONTAL
Cuando está activada la respuesta de alarma, no hay tiempo para pensar y tomar decisiones lógicas, solo para pelear o arrancar, por lo que la corteza prefrontal del cerebro se encuentra poco activada.